lunes, 30 de marzo de 2009,17:18
La fuerza de uno
Cada día, cuando uno abre un periódico o enciende la radio o pone la televisión, por lo general no hay más que malas noticias. No digo yo que no haya que informar y denunciar la violencia, la corrupción de los políticos, etc., pero creo que los medios de comunicación deberían hacer un hueco a la esperanza, mostrar las luces además de las sombras.

Hay gente anónima ahí fuera que está haciendo cosas maravillosas, cosas que merecen darse a conocer.

Y en ocasiones todo empieza por una persona que tiene una idea y da un paso adelante. Tendemos a creer que cada uno de nosotros podemos hacer muy poco para cambiar el mundo que nos rodea, pero como decía P.K., el protagonista de La fuerza de uno, "una catarata comienza por una sola gota de agua".

Eso debió pensar la química española Pilar Mateo cuando en 1995 un médico boliviano le pidió ayuda para combatir el Mal de Chagas, una enfermedad endémica de algunos países de América Latina, transmitida por una chinche, que afecta a millones de personas. El sistema inmunitario humano no puede luchar contra la enfermedad, no existe vacuna y se está lejos de poder combatirla con medicamentos o fumigaciones.

Pilar, consciente como ella dice de que "a nadie le importa el Chagas porque es la enfermedad de los pobres, ningún laboratorio va a fabricar fármacos o productos para quien no puede pagarlos”, lo asumió como un reto personal y profesional, y elaboró una pintura resinosa, Inesfly, que no daña el medio ambiente y contiene inhibidores de quitina, una sustancia que regula la presencia de los artrópodos, y por tanto las enfermedades que éstos transmiten.

Ella misma se desplazó a la selva guaraní, en Bolivia, para comprobar la eficacia de su producto, y convenció a los jefes de las comunidades indígenas para que aplicaran Inesfly en sus viviendas. Desde entonce ningún niño de esas comunidades ha contraido el mal de Chagas.

De hecho, Pilar está convencida de que el Inesfly puede ser eficaz para combatir también a los insectos que transmiten la malaria, el dengue, la Leishmaniasis y el Virus del Nilo, y muchos países están interesándose por su pintura.

Pilar ha colaborado además en diversas campañas a favor de las mujeres y los niños, y en 2006 fundó el MoMIM (Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo), una organización compuesta por mujeres de diversos países que luchan por la igualdad social dentro de la diversidad cultural. Para saber más acerca de ella y sus proyectos puedes visitar su página web: www.pilarmateo.com.
 
viernes, 13 de marzo de 2009,12:09
El moderno cromañón: Cuando las tradiciones acechan
Me hace mucha gracia el tópico de que los hombres y las mujeres no pueden ser amigos, ¿quién se inventó semejante chorrada? Casi prefiero no saberlo.

Yo siempre he tenido amigos (con “o” de hombre), y desde hace mucho tiempo los mismos: somos un grupo compuesto por un montón de tíos y unas muy pocas chicas, y no el típico (¿típico?) grupo “mixto” en el que en realidad ellas van por un lado y ellos por otro. NO. Nosotros siempre hemos estado juntos y muy revueltos: nos hemos contado nuestras penas y alegrías, nos hemos hecho confidencias (cosas que se pueden considerar de “chicas”), hemos arreglado el mundo juntos (esto es neutro, todo hijo/a de vecino lo hace)… Pero también nos hemos emborrachado hasta límites insospechados (vamos, que nos hemos bebido hasta las copas de los árboles), hemos meado (lo siento, pero es así: mear) juntos en los callejones, hemos visto juntos las pelis de Nacho Vidal…

En fin, que puede decirse sin temor a faltar a la verdad que somos un grupo de personas a las que une una profunda, sincera y sólida amistad… Bueno, eso hasta que salta la sorpresa y entra en escena el moderno cromañón, es decir, cuando aflora el p… maldito (sacrifico la aliteración por no ser soez) poso machista que en esta supermodernísima sociedad nuestra acecha camuflado de tradición.

Me explico. Uno de nosotros (hombre, aunque después de lo dicho este detalle debería carecer de importancia) ha decidido casarse. ¡¡Enhorabuena!! A ella la conocemos poco, pero nos cae muy bien. Estupendo. Se organiza la despedida, va a ser en una casa rural: muchas cerveza y carnaza para la barbacoa, como cuando aún vivíamos todos en la misma ciudad y nos íbamos de acampada. ¡Genial! ¿Cuánto hay que poner? ¡¿Cómo?! ¿Que nosotras (con “a” de anonadada que me quedé) no podemos ir? ¿Pero a santo de qué?

Ya os lo imaginaréis, claro: es una despedida de soltero y, por tradición, las mujeres están vedadas. Menuda chorrada.
Somos en nuestra vida cotidiana de todo menos tradicionales, y además nos jactamos de ello, pero de vez en cuando pasan cosas de estas. Esto no significa, una vez pasado el monumental cabreo inicial, que ahora nos queramos menos, o que vaya a haber un antes y un después del “incidente”; simplemente quería dejar constancia de que no está todo hecho aunque a veces parezca que sí. Qué va: cuando las tradiciones acechan puedes huir, pero no esconderte.

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miércoles, 11 de marzo de 2009,15:00
El destino es como un tren; si uno no llega temprano, sólo ve el humo

En plena resaca de los Oscar (y digo en plena, porque, no nos engañemos, la borrachera hollywoodiana –con un toque bollywoodiano este año- conlleva una recuperación larga, y aún tenemos en la boca el regusto a estatuilla dorada –si no me creéis, fijaos en cuántas publicaciones continúan dándole bola al galardón de Pe-) parece que nadie pudiera mirar hacia otro lado, aunque sólo sea porque, con esto de la crisis y el cada vez más desorbitado precio de las entradas, a una no le alcanza el tiempo para ver todos los filmes premiados. Y así, en medio de este empacho cinéfilo que no consigo terminar de digerir, me topé la semana pasada con una película sencilla, sin inversiones millonarias a sus espaldas ni grandes pretensiones, que logró conmoverme y hacerme apartar la mirada del camino amurallado que me llevaba a Los Ángeles.

La película en cuestión es ya una cinta antigua (vivimos tan deprisa que me parece que las fotos de mis pasadas vacaciones ya pertenecieran a una vida anterior), del 2001, titulada Domésticas, y desconocida en España hasta que Casa de América tuvo la gran idea de presentárnosla este mes de marzo. Aunque su director sea Fernando Meirelles, apartad de la memoria el ritmo trepidante y la violencia de Cidade de deus. Domésticas es una historia sencilla sobre mujeres sencillas: cinco empleadas domésticas de Sao Paulo aspiran a cielos muy diversos pero comparten un mismo infierno: su trabajo. Quejosas de sus invisibles empleadores, que las ningunean, cada una persigue un sueño que, en algunos casos, llega a cumplirse. Contada en tono de comedia y alternando el género documental, estas cinco mujeres nos cuentan las experiencias de su vida cotidiana, componiendo un mosaico que retrata la clase trabajadora brasileña.

Una película más que recomendable, que consigue arrancarnos la sonrisa y más de una carcajada, a la vez que nos acerca a una realidad social que no nos resulta tan lejana. Cinco vidas entrelazadas que reflexionan sobre la posibilidad de cambiar el presente que les ha tocado vivir. Como dice una de las protagonistas, “el destino es como un tren; si uno no llega temprano, sólo ve el humo”. A partir de ahora intentaré llegar puntual a la estación.

Trailer de Domesticas

Casa de América

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martes, 10 de marzo de 2009,21:29
¡Feliz día de la mujer trabajadora! (con dos días de retraso)
Mujeres alteradas, de la fantástica Maitena.


 
martes, 3 de marzo de 2009,15:27
Cómo me gusta ser mujer o la publicidad puede hacer milagros
Bendita seas, Isabel Coixet, porque tomaste las riendas del asunto. No sé si alguien se acuerda aún de cómo eran las cosas hace diez años. He recuperado este artículo escrito en un antiguo fanzine (ya nadie recuerda qué era eso, pero era antes de Internet), para hacer un poco de historia a las jóvenes lectoras:

"Me muevo, me muevo, me muevo con gracia, me muevo deprisa. Me muevo sin darme cuenta. Ah, no, espera, que no es así: me duele, me duele, me duele, me duele cuando estoy en el trabajo, cuando me voy al gimnasio, cuando llego a casa y preparo la cena. No tengo ganas ni de moverme del sofá. Qué raro que no tenga ganas de montar a caballo, ni de hacer footing, ni de esquiar, ni de ir a la piscina. Ellas sí, son supermujeres. Quiero decir las niñas de los anuncios de compresas, que no tienen más de veinte años. Viven en un eterno día de primavera. Su atractivo impúber se contradice con el producto. Se les nota que van hasta arriba de Saldeva. Se rodean sólo de más mujeres y, siempre en compañía, se van de excursión para hablar de estas cosas, tan de chicas. ¿A quién de nosotras se nos ocurriría hacer un debate sobre el tema en cuestión? ¿Y echarle zumo de naranja a la compresa? Apartaría de un manotazo a mi hermanita de seis años que deja el montón de arena para venir a meter el dedo donde no debe, llámese perlitas de gel. Pero qué asco. Extraño experimento, lamentable como el del tubo de ensayo y el líquido azul, inútil, ridículo, para demostrar nada.

Dias de primavera con una protagonsita andrógina que promulga la anorexia. Sí, me gusta ser mujer, pero precisamente esos días, qué casualidad, que no son los más luminosos. Los pequeños detalles sí me hacen feliz: el olor a césped recién cortado, las flores expuestas en el mercado, echarse a la calle en un día de sol. Pero no coinciden con "esos días", y aquí es inevitable hablar de tópicos: hinchazón, bajadas de tensión, mal humor, malas contestaciones, granos desafiantes que te miran con su cabecita blanca, incluso cuando te sorprendes porque ya no eres adolescente.
¿Cómo verán ellas, que empiezan este asunto? (Los publicistas lo tienen difícil, hay que reconocer que el tema es delicado, pero los hay estúpidos). ¿Se creerán de verdad que sólo existen esas mujeres-modelo? ¿Que hay que aguantar la respiración en el autobús si no llevas puesto el salvaslip, teniendo como tienen esas chicas el mismo cociente intelectual que el niño de las pizzas artesanas (la LOGSE ha hecho estragos) que le pregunta a su abuelo si ha hecho él los tomates? ¿Las compresas las diseñan ingenieros de obras públicas por los canales de las extraplanas? Adhesivos elásticos que se ajustan mejor y que no se mueven, filtrantes transpirables, partículas ultrabsorbentes en un universo azul y blanco poblado de niñas tan cursis como sus diálogos: "¡Anda, si lo llevo puesto!"

Cómo me gusta ser mujer. A pesar de todo, soy optimista. Otras hablan del mismo tema de otro modo. Claro que se trata de una mujer real, con curvas, que habita un universo bien conocido, cercano y cálido. Gioconda Belli, escritora y poeta nicaragüense nacida en 1948, escribe este poema:

TENGO (El ojo de la mujer)

Tengo en mis ovarios semillas,
poemas sin empezar,
llantos y risas congelados.
Quisiera visitar esos almacenes diminutos,
conocer a los hijos que nunca tendré;
pedirles perdón a través de la sangre.


Bendita seas, Isabel Coixet, porque con lo de que huele y lo que no huele te llevaste a todas las petardas de la acampada a rodar por un prado en forma de compresa. Allí sí se pusieron hasta arriba de todo, no precisamente Ibuprofeno, y creaste una sintonía sin letra que ahora es un politono.