viernes, 13 de marzo de 2009,12:09
El moderno cromañón: Cuando las tradiciones acechan
Me hace mucha gracia el tópico de que los hombres y las mujeres no pueden ser amigos, ¿quién se inventó semejante chorrada? Casi prefiero no saberlo.

Yo siempre he tenido amigos (con “o” de hombre), y desde hace mucho tiempo los mismos: somos un grupo compuesto por un montón de tíos y unas muy pocas chicas, y no el típico (¿típico?) grupo “mixto” en el que en realidad ellas van por un lado y ellos por otro. NO. Nosotros siempre hemos estado juntos y muy revueltos: nos hemos contado nuestras penas y alegrías, nos hemos hecho confidencias (cosas que se pueden considerar de “chicas”), hemos arreglado el mundo juntos (esto es neutro, todo hijo/a de vecino lo hace)… Pero también nos hemos emborrachado hasta límites insospechados (vamos, que nos hemos bebido hasta las copas de los árboles), hemos meado (lo siento, pero es así: mear) juntos en los callejones, hemos visto juntos las pelis de Nacho Vidal…

En fin, que puede decirse sin temor a faltar a la verdad que somos un grupo de personas a las que une una profunda, sincera y sólida amistad… Bueno, eso hasta que salta la sorpresa y entra en escena el moderno cromañón, es decir, cuando aflora el p… maldito (sacrifico la aliteración por no ser soez) poso machista que en esta supermodernísima sociedad nuestra acecha camuflado de tradición.

Me explico. Uno de nosotros (hombre, aunque después de lo dicho este detalle debería carecer de importancia) ha decidido casarse. ¡¡Enhorabuena!! A ella la conocemos poco, pero nos cae muy bien. Estupendo. Se organiza la despedida, va a ser en una casa rural: muchas cerveza y carnaza para la barbacoa, como cuando aún vivíamos todos en la misma ciudad y nos íbamos de acampada. ¡Genial! ¿Cuánto hay que poner? ¡¿Cómo?! ¿Que nosotras (con “a” de anonadada que me quedé) no podemos ir? ¿Pero a santo de qué?

Ya os lo imaginaréis, claro: es una despedida de soltero y, por tradición, las mujeres están vedadas. Menuda chorrada.
Somos en nuestra vida cotidiana de todo menos tradicionales, y además nos jactamos de ello, pero de vez en cuando pasan cosas de estas. Esto no significa, una vez pasado el monumental cabreo inicial, que ahora nos queramos menos, o que vaya a haber un antes y un después del “incidente”; simplemente quería dejar constancia de que no está todo hecho aunque a veces parezca que sí. Qué va: cuando las tradiciones acechan puedes huir, pero no esconderte.

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